Taramundi, Asturias.
Estamos en junio de 2015.
Después de pasar una semana trotando por Santa Eulalia de Oscos y alrededores, nos trasladamos a Taramundi para hacer otro par de rutas por la zona.
El alojamiento nos dejaba estas espléndidas vistas.
Taramundi es un precioso concejo asturiano que ofrece múltiples actividades para realizar por la zona. Esos días no solo hicimos alguna ruta, sino que además «turisteamos» un poco para conocer Castropol, Mondoñedo, Tapia de Casariego…
El día de llegada no dio para mucho, pero me enamoré de las vacas de la zona 😊
Temiendo que el tiempo se nos estropeara, la primera escapada que hicimos fue la de la Ruta del Agua. Son 14 km de ruta de baja dificultad y duración de unas 4 horas y media.
A lo largo de su camino podremos disfrutar del agua y su aprovechamiento a lo largo de siglos. Todo un lujo.
Allá vamos.
Desde la parte baja de Taramundi accedemos por un camino de hormigón hasta Mazonovo, allí se encuentra el museo de los molinos, que visitaremos otro día.
Nada más pasar de largo, unas margaritas en tonos rosas y blancos llaman mi atención.
Un pequeño repecho a la derecha enseguida nos conduce hacia el sendero.
Cruzamos el río Turía por un puente y seguimos ascendiendo rodeados de un espeso bosque de alisos y castaños.
Tanta humedad es lo que tiene… Me encantan estas babosas. Una gozada ver cómo en un pispas se zampó unas tiernas hojitas (no las de la foto, claro, jeje).
Aproximadamente 1 km antes de llegar a Esquíos, tomamos la indicación que nos desvía a la derecha y nos dirigimos hasta la cascada Arroyo de la Salgueira, de unos 50 metros de altura que no está muy caudalosa, pero ese idílico rincón la convierte en algo muy especial. Nos sentimos en medio de la selva.
¡Una fresita!
Pronto nos encontramos con un tramo asfaltado que conduce a Esquíos, que pasaremos de largo y visitaremos a la vuelta, aunque nos cruzamos con un rastro de sus trabajos: las navajas.
De momento continuamos por la derecha siempre de frente en dirección As Veigas. Desde aquí podemos ver enfrente el que será nuestro camino de vuelta.
Y nuestras miradas se cruzan con musgos, líquenes y hojitas que parecen quedar suspendidas en el aire atrapadas por telarañas. Los maravillosos pequeños y mágicos detalles de la Naturaleza.
¡Hasta una seta en el camino! Y una servidora a la que no hay manera de echarle el freno…
Llegamos por fin a As Veigas, una pequeñita y preciosa aldea de casas de piedra ubicada en el fondo del valle, en un entorno magnífico rodeado de bosques. Vamos, de cuento.
Descendemos por unas escaleras que nos conducen hasta la entrada de un centro de turismo rural, al que accedemos para echar un vistazo y no hubo dudas, decidimos quedarnos allí para reponer energías.
¡Como para no quedarse! Nos sirvieron una sopa de fideos y como traíamos unos huevos duros, completamos el menú 😉
Un cafetito y a continuar.
Aunque cuesta moverse…
Pronto esta flor se convertirá en un apetitoso kiwi.
¿Cómo? Lo que nos faltaba… no nos quedó más remedio que cargar con 2 tarros, claro.
Hora de dejar esta aldea y su bonito centro de turismo rural.
Una vez repusimos fuerzas, cruzamos un pequeño puente con rótulo de madera para tranquilizarnos 😄
Dejamos atrás As Veigas.
El puente nos sitúa en el margen derecho del río Turía para emprender el camino de vuelta en dirección Teixois y subimos por el caminito de la derecha.
Un cartel indicando unas vistas panorámicas nos mantiene largo rato en silencio admirando la belleza y plenitud de estas tierras y sus bosques.
Desde aquí divisamos As Veigas y el puente por el que cruzamos.
Nos quitan el aliento estos bosques.
Nos dirigimos a Teixois.
Vaya… buen escondite, jaja.
Aquí nos espera un singular complejo etnográfico.
Y unos simpáticos perrillos.
Me acerco al río para ver qué son esas cajas.
¡Sidra! El detalle de las cajas en el río para mantenerla fresca no tiene desperdicio.
Desde Teixois tomamos un camino paralelo a arroyo de Mestas que nos lleva hasta Esquíos.
A partir de aquí el camino hasta Taramundi será el mismo que empleamos a la ida. El arbolado en esta zona nos sigue sorprendiendo.
¡Qué buen sabor de boca dejan estas excursiones.
Terminaré añadiendo un par de fotos de otro día. Nos acercamos hasta la Cascada de Morlongo, en Villanueva de Oscos. El coche se aparca en un apartado de la carretera y desde allí en descenso y breve paseo, nos encontramos con la preciosa cascada.
¿No os animáis?