17 de junio de 2016. Seguimos con nieve, pero habrá que buscar la manera de seguir trotando.
Ruta de 3,2 km y de dificultad media debido al desnivel de 519 m, que pese a ser descenso, con nieve no queda más remedio que andar más despacio. 1,05 h hasta la estación de Riffelberg, donde tomamos de nuevo el tren de cremallera para bajar a Zermatt.
Por la mañana desde el apartamento el panorama no es muy alentador. Nos movilizamos con la esperanza de que a lo largo del día vayan abriéndose claros.
Ya subidos en el tren de cremallera que nos subirá hasta Gornergrat, vemos parte de la ruta por donde nos irá subiendo. Aunque nos adentraremos en las nubes…
A medida que ascendemos se van abriendo claros y… qué maravilla, el Matterhorn hace brevemente acto de presencia.
Con el zoom me acerco hasta la cabaña Hörnli y compruebo que ya presenta a su lado el anexo que recientemente construyeron. La última vez que subimos hasta ahí aún no existía. Un aleteo de mariposas se remueve en mis tripas y me emociono.
Las vistas a los cuatro miles a nuestro alrededor nos dejan en silencio.
Añadí sobre las fotos los nombres y altitud de esas moles.
Nos apeamos en Gornergrat y pese a las nubes, reina un sobrecogimiento indescriptible ante el espectáculo que nos rodea.
El glaciar Gorner
y la laguna de su mismo nombre.
En la siguiente fotografía vemos de nuevo el glaciar, la laguna de Gorner y el refugio de Monte Rosa a lo largo de su flanco izquierdo.
Me acerco con el zoom al lago de Gorner.
Y ahora al refugio de Monte Rosa.
Asoman crestas.
Panorámica de la bajada del glaciar hecha desde Gornergrat, que podemos ver en el extremo derecho. Enfrente a la derecha también podemos ver el pequeño glaciar de Theodul, que tiene una pequeña laguna en su extremo.
Lagos aún helados.
Iremos pensando en ver por dónde iniciamos el descenso.
¿Carlos saluda, o dice vale ya de fotos?
Pero no es fácil parar…
Maite se pone en marcha.
Pero a mi me cuesta arrancar. Con el zoom me acerco hasta el pequeño lago del glaciar inferior Theodul y descubro que de él mana una pequeña cascada. ¡Qué maravilla!
¡Voy!
Ah, no… ¡espera! Cómo voy a dejar sin fotografiar esta estampa ♥️🍒
Ya que no hay camino visible, decidimos descender a lo largo de la ruta del tren de montaña.
Menos mal que Fernando también se entretiene con las fotos y yo paso más desapercibida.
Y se dejan hacer alguna foto que otra 👏
Las curiosas formas del glaciar.
Continúa el descenso y nos alegramos de que las nubes nos permitan disfrutar algo del magnífico entorno.
Carlos moviéndose en dirección al glaciar Theodul inferior. Al final nos movemos todos en esa dirección para asomarnos hacia el glaciar.
Ya se va definiendo por fin algo el camino. Poco a poco, a medida que bajamos, la cantidad de nieve va en disminución.
Aunque las nubes siguen de acá para allá cubriendo y descubriendo, lo cual le da un particular encanto a todo, la verdad.
Y el Matterhorn sin asomar. ¡Ya le cuesta!
¡El colmo! ¡Me vienen a saludar las marmotas! Estos animalitos enamoran.
Y bien, pues aquí estoy yo.
¿Y qué creéis que pasa a la hora de comer? Pues lo mismo de los últimos días. El restaurante de montaña de vacaciones y de paso el tiempo se revuelve.
Así que nos toca preparar los bocatas a la intemperie. El maestro Fernando lo gestiona a las mil maravillas.
¿Cómo?
Si, si. Es nieve una vez más.
Toca comer de pie., aunque al menos hay un tejadillo.
¡Estamos en junio! ¡Holaaaaa!
Pero así como empezó a nevar, de pronto aclaró y hasta el Matterhorn quiso animarse a asomar tímidamente. ¡Corrimos como locos a hacernos la foto, claro!
Nos acercamos un poco más hasta la capilla.
Vuelvo a acercarme con el zoom hasta el refugio Hörnli del Matterhorn.
Y decimos adiós con estas preciosas imágenes.
¿Y hoy quién prepara la cena? ¡Estos chicos son lo mejor de lo mejor! 😊
Se apaga el día, nos ilumina una espléndida luna y la cima del Matterhorn emerge tras los abetos para desearnos unas buenas noches.