Septiembre 2018
Si es que en Pirineos da igual donde vayas, basta un sencillo paseo para encontrarse con maravillas como esta.
Nos dirigimos en coche hacia el valle de Gistaín donde, desde la localidad de Saravillo donde tomamos la pista forestal por la que circulamos a lo largo de 14 km hasta el refugio de Lavasar. Esto nos toma aproximadamente una hora, pero nos deja en un punto de partida muy cómodo para acceder al Ibón.
Hay otras dos alternativas para hacer todo el recorrido a pie, una de ellas desde el embalse de Plan, que supone una durilla ascensión de 3 horas y la otra también bastante larga por el sendero GR15 desde Saravillo. Ambas se nos antojaban algo largas, nada que no hubiéramos hecho en muchas otras ocasiones. En realidad las pegas las puse yo, que iba un poco estresada, pues el día anterior unas pulgas se cebaron conmigo y tenía una pierna de arriba a abajo llena de picaduras. En fin… no era la primera vez que me pasaba, pero es algo que me pone muuuuy nerviosa.
Así que optamos por la cómoda. El recorrido hasta el ibón, el paseo alrededor y vuelta dura poco más de una hora, pero es muy necesario quedarse por allí mucho más tiempo, claro está.
A las nueve cuarenta y ocho de la mañana nos bajábamos del coche con un día espléndido y un delicioso silencio.
Nada más poner el pie en el suelo, la primera foto.
Nos dirigimos hacia el refugio de Lavasar, desde donde parte la ruta.
Nos asomamos al interior y le tocó posar al de siempre 😄
Nos ponemos en marcha.
Abunda aquí el pino negro.
Cuando por fin pasada una media hora llegamos al ibón, nos quedamos mudos. Aquel paisaje en completa soledad era más de lo que podíamos esperar.
El ibón de Plan o Basa de la Mora se encuentra a 1.910 m en un enclave único, arropado por un circo rocoso y rodeado de picos de más de 2.600 m, el macizo de Cotiella.
Pues vamos allá. Lo rodearemos saboreando cada rincón. Solos y en silencio, qué más se puede pedir.
¡Un renacuajo!
Un pequeño tramo transcurre entre los árboles y nos regala estas bonitas estampas.
Continuamos.
Dan ganas de caminar sobre los reflejos.
Algo se mueve por allí enfrente… ¡Son cabras!
Bueno, pues hemos llegado al otro extremo del ibón.
Seguimos solos, esto es un auténtico lujo.
Enredamos un poco por la zona, no es cuestión marcharse de aquí sin saborearlo a tope. Esa roca parece estupenda para subirse y disfrutar las vistas desde otro ángulo.
¡Ahora una rana!
Mmmm… pues este sitio me gusta para sacar a pasear a mi mascota 🙂
¡Me encanta! Y además sin nadie por aquí que me mire raro, jeje.
Vamos, que Derek y Carmelo también tienen que disfrutar de esto.
Vaaaale, nos vamos moviendo. Pero esto no va a quedar así ¿eh?
¿Ves? Ya sabía yo que algo más me iba a entretener.
Y ya que estamos, este tronco también me gusta.
Bueeeno, esto ya es el colmo. La acerqué a la pradera y se fue dando saltitos.
Este bonito paseo llega a su fin.
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto, en rutas más largas no tengo tiempo para estos juegos.
¡Espero que os haya gustado también!