MULHACÉN. SEGUNDO INTENTO.

¡Pues repetimos intento!

Tres días antes una repentina e intensa nevada truncó nuestro plan de subir a la cima del Mulhacén y nos tuvimos que dar media vuelta.

El tiempo no estaba muy estable aún, pero la mañana amaneció espléndida, así que madrugón y a ponerse las pilas.

Una vez más aparcamos e iniciamos el ascenso adentrándonos en el bosque que tenemos ante nosotros frente al parking de la Hoya del Portillo.

Vamos allá.

Emocionados, pues pese al frío inusual a finales de mayo, el sol se cuela entre el frondoso pinar.

Las gotitas de agua resplandecen bajo la luz del sol.

Después de la primera subidita a través del bosque llegamos por fin a la zona abierta, donde nos esperan unas magníficas vistas hacia el Veleta y el Mulhacén y un espléndido cielo azul.

Nos adelanta un valiente grupo de ciclistas navarros aparentemente ya jubilados y en estupenda forma con los que charlamos un rato en el parking. El conductor de su autobusillo marcha ligero a pie, casi con las manos en los bolsillos como si no le costara nada subir y dispuesto a coronar también el Mulhacén.

No tenemos prisa, hay tiempo de sobra por delante, así que vamos a disfrutarlo.

El caso es que a nuestras espaldas empiezan a emerger las nieblas y nuestra meta empieza a verse un poco más turbia.

¡Ale, vamos! Que las nubes están llegando antes que nosotros. Maldición…

Qué bonito está.

No sé, no sé… estudiemos la evolución.

Bueno, si se queda así en plan ahora abro, ahora cierro…

Hmmmm…

Bueno, venga, seguimos. Empezamos ya a pisar nieve.

Las nubes siguen yendo y viniendo, jugando a ponernos un poco nerviosos.

Mientras otras siguen tan tranquilas.

¡No! Es casi una tomadura de pelo.

Que sí, que está muy bonito, no digo yo que no…

Yo empiezo a necesitar un tentempié. ¿Paramos aquí?

Derek, Carmelo, Ferdinand y Japi también están de acuerdo.

¿Tú también? Fantástico 😊

El primer ciclista del grupo de navarros vuelve solo. Compartimos pan y queso y charlamos un rato. El panorama estaba muy feo y decidió volverse. Dos de los compañeros optaron por subir al Mulhacén desde la pista y el hombre estaba preocupado por las malas condiciones. Nos preguntamos también qué tal le estaría yendo al conductor del grupo que subía tan ligero de todo.

El ciclista nos dio las gracias por el tentenmpié y continuó su descenso. Nosotros decidimos levantar el campamento en vista de que las nubes se entusiasmaban.

Los chicos rápidamente al macuto.

Tocando tierra.

Pero nos resistimos a abandonar. Venga, un poco más.

Cuesta abandonar viendo asomar aquellos pequeños claros.

Pero el sentido común nos dice que lo más sensato es volver. Decidimos llegar hasta aquellas rocas y nos volvemos.

Habrá que volver en otra ocasión más pronto que tarde.

La bajada transcurre con frío y poca visibilidad.

Al fin un lugar medio apañado para terminar el bocadillo.

El conductor de la furgoneta de los ciclistas nos adelantó a paso ligero de vuelta ya de su ascensión y le preguntamos qué tal había ido. Le quedó poco para llegar a la cima, pero decidió no continuar, pues la nieve estaba muy blanda y se hundía demasiado. Aún así, estaba feliz, pletórico, radiante de felicidad por haber subido hasta donde lo hizo. Resumiendo: con las mismas maravillosas sensaciones que nosotros.

Ya cerca del pinar que nos llevaría de vuelta al parking de la Hoya del Portillo.

Transcripción de uno de los paneles informativos del Mirador Puerto Molina:

En la actualidad, la zona de Sierra Nevada se ha convertido en un Parque Nacional de 86.208 ha, que incluye la cota del Mulhacen de 3.482 m, la más elevada de la Península Ibérica. Tanto sus habitantes, a lo largo del tiempo, como sus valores naturales han contribuido a crear un paisaje atractivo y de gran interés cultural, que invita a la exploración.

Los ecosistemas de la alta montaña silícea cuentan con una gran diversidad de especies. La cobertura vegetal es siempre escasa y se sitúa, preferentemente, en zonas de suelo un poco más profundo.

Se trata de pastizales adaptados al frío y a la sequedad de la alta montaña, donde dominan gramíneas perennes y pequeñas matas.

La fauna, a pesar de ser muy diversa, presenta un escaso número de individuos debido a las extremas condiciones de la alta montaña.

Al llegar al coche decidí rescatar del maletero lo que habíamos comprado temprano por la mañana en la panadería, que aunque estaba destinado para después de la cena, me pareció que no podía haber mejor momento… ¡mato por los piononos! 🤭

¡Nunca me habían sabido tan bien!

Termino con un par de pinceladas de la bonita y mágica localidad de Capileira ¿O es Gatileira?

Llegó la hora de descansar y mientras disfruto del café, ya estoy pensando en cuándo sería conveniente volver…

¡Nos vemos!

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