Junio 2018.
Volvemos a Peñalara muy bien acompañados.
Y aunque esta ruta ya está descrita en anteriores entradas, os recuerdo algunos datos y cómo acceder.
La Laguna de Peñalara es una laguna de origen glaciar situada a 2.017 metros de altitud al pie del Pico Peñalara, la montaña más alta de la Sierra de Guadarrama, con 2.428 m de altitud.
Hoy en día no es posible el baño en la laguna, de hecho está acordonada para proteger su entorno y evitar así su deterioro, lo cual es un gran acierto, puesto que es un bellísimo paraje de acceso relativamente fácil y la masificación y la desgraciadamente demasiado habitual falta de respeto hacia nuestro entorno acabaría con un magnífico tesoro de nuestra Sierra de Guadarrama.
El recorrido es de unos 6 km y unas dos horas de duración. De baja dificultad y con un desnivel de 200 m.
Los indicadores RV-7 nos guían a lo largo de la ruta.
Desde Cotos tomamos el camino empedrado que pasa por delante de la Casa del Parque y continuamos en ascenso hasta el Mirador de la Gitana, donde tras admirar la vistas desde allí, viramos a la izquierda y seguimos ascendiendo hasta llegar al cobertizo del depósito.
Tomamos a la derecha un sendero ascendente que transcurre por un bosque y poco a poco va abriendo hasta alcanzar una zona más abierta con pino bajo.
Vamos a parar a la ladera que nos conducirá hasta la laguna.
Ya no hay pérdida, seguimos esta senda hasta llegar al circo de Peñalara. Nos encontraremos con el cartel que nos indica la Laguna de los Pájaros, que parte hacia la derecha, nosotros seguiremos de frente.
Continuaremos en línea recta por el sendero y pasaremos por delante de una choza de vigilancia. A partir de aquí el recorrido transcurre sobre una pasarela de madera para proteger el entorno.
Hace un día maravilloso. ¿Veis el refugio de Zabala?
Un pequeño esfuerzo más salvando unos «escalones».
¡Y ya hemos llegado!
Cada vez que venimos aquí el lugar irradia y transmite una belleza distinta. Las luces y las sombras, la hora, las nubes, el viento, la nieve, los animales, el color de la piedra… todo vuelve a deslumbrarnos como el primer día.
De frente en lo alto asoma el refugio de Zabala.
Buscamos las piedras idóneas para tomarnos el bocadillo.
Disfrutar de todo esto para nosotros solos es todo un lujo.
Aunque yo ya empiezo a desviar la vista hacia otras cosillas 🙂
¡Mira! Una cabra descansando a la sombra.
¡Pero si hay muchísimas más!
Ranúnculos.
¡Qué bonita está la laguna! ¿Pero dónde está el resto de los trotones?
¡Eeeeeh! ¡Holaaaa!
Me retiro un poco para buscar nuevos ángulos.
Pero vuelvo rápido, pues me encanta lo que estoy viendo.
Y antes de marcharnos, obligado paseíto por la nieve. ¡No nos íbamos a marchar sin pisarla!